Hola, amigos,
No hemos podido subir la crónica hasta ahora. Sabemos que
algunos habéis estado preocupados, ya que no hemos dado señales de vida durante
cinco días. Muy difícil hacerlo.
Previously,
in Nafanchez Mongol Rally Team…
Rusia, sábado 20 de julio de 2013.
Íbamos de camino a la frontera de Rusia con Mongolia. Cruzar la cordillera de Altai, una carretera llena de curvas, con buen asfalto, fue un placer. Una pena no haberlo hecho de día, ya que el paisaje es realmente espectacular, aunque pudimos hacer alguna foto al final del camino, gracias a que aquí amanece a las 04:30.
Habíamos leído en algún sitio que la frontera cerraba los
domingos, así que condujimos sin parar desde la República Checa ,
con la intención de llegar el sábado. Las carreteras rusas nos impedían avanzar
a buen ritmo, por lo que no podíamos parar ni un segundo.
Ante el agobio de dos tercios del equipo, porque era sábado,
y cada vez quedaban más kilómetros, Jose decide dar una buena noticia.
En el librillo que nos habían dado el día de la inscripción,
ponía que abrían los domingos. Tenemos pruebas de ello.
Con los ánimos renovados tras la noticia, Javi, después de
una larga jornada de conducción, dejó los mandos de la máquina en manos de
Jose, quien, ya de día, condujo hasta la frontera, pasando por el último pueblo
de Rusia: Tawahta.
La frontera cierra los domingos. Jose habla con el militar
ruso que estaba allí vigilando, y nos dice que nada, que tenemos que volver el
lunes. La primera en la frente.
Volvemos hacia atrás. María conduce ciento cincuenta
kilómetros hasta una especie de hostalillo rústico, donde nos quedamos a dormir
por 2000 rubli, unos 50 euros.
Es un poco cutrecillo, pero nos permite alimentarnos y
descansar decentemente, ya que desde la salida sólo habíamos dormido en el
coche en turnos de uno.
También nos permite tomarnos unas cervezas con varios amigos
rusos que nos echamos allí, después de explicarle a la hija de la dueña del
hostal cómo se hacen las fotos en el siglo XXI, y descubrir su gran parecido a
Uma Thurman.
También aprovechamos para visitar el pueblo y comprar algunas
provisiones. Comprobamos que las calculadoras tampoco se les dan muy bien a los
rusos por aquellas tierras, y siguen usando el ábaco para echar las cuentas.
A la mañana siguiente, nos levantamos temprano, y partimos
hacia la frontera. La parte rusa la pasamos sin problemas, después de que un
perro oliera el coche por dentro para buscar drogas o armas, y huyera
despavorido cuando asomó el hocico.
Un camionero ruso se rió bastante cuando le dijimos que qué
malas las carreteras rusas. Dijo que si esas nos parecían malas, las de
Mongolia…
La frontera de Mongolia está unos diez kilómetros más
adelante. Habíamos perdido casi todo el día para pasar la frontera rusa y
pensábamos que lo más difícil ya estaba hecho. Total, que llegamos a la
frontera mongola y lo primero que hacen es “desinfectarnos”, que consiste en
echar un poco de un líquido en las ruedas del coche y cobrarnos 1.000 tugris (moneda mongola).
No debe de ser muy efectivo aquel mejunje, porque el lugar estaba plagado de
mosquitos.
…Y ahora viene lo bueno: nos inspeccionan el coche y la
documentación en unos segundos, después teníamos que ir a un edificio para
sellar los visados y hacer el papeleo del coche. Uno de los jefes, muy
sonriente, nos indica con señas que nos vamos a quedar a dormir allí. Muy
gracioso.
Cuando parecía que ya estaba todo arreglado, nos dicen que
falta por pagar una tasa de importación del coche, que estaba sin pagar por la
organización del rally, y que nos toca quedarnos allí hasta que reciban el
pago. No nos lo podíamos creer, y es que, según parece, ellos no pagan las
tasas hasta que ven que van llegando los coches, y así se ahorran el dinero de
los que no llegan a Mongolia. Muy mal por su parte porque esto nos hace perder
otro día y ya eran dos seguidos sin avanzar.
Nos hacemos fuertes en la explanada de la frontera, y para pasar mejor la noche, preparamos un fuego con el que ahuyentar a los mosquitos y calentarnos una lata de callos, ya que no fuimos capaces de calentarla sobre el motor del Peugeot. También nos tomamos una botella de dos litros de cerveza que nos vendieron en el pueblo (nosotros podíamos salir, pero el coche no) y una botella de vino de los Tempranillo Team, para entrar mejor en calor, ya que allí hace un frío que pela por las noches.
Nos dicen que mañana a las nueve tenemos los papeles, y que
nos vamos.
MARTES, 23. FRONTERA MONGOLIA.
Nos levantamos temprano, para limpiar los restos de la
hoguera, y presentarnos, antes de que abran, en el edificio mongol.
Estamos allí antes de las nueve. Nadie nos hace caso, con lo
cual, a medida que pasa el tiempo, nos vamos poniendo más nerviosos.
A las diez de la mañana, por fin se acercan a nosotros, y
nos dan un papel para rellenar. También nos revisan el coche de nuevo. Parece
que esto marcha.
12:00 h. Después de un par de horas sin saber nada de ellos,
nuestro nerviosismo está ya en cotas bastante altas. Jose y Javi acorralan la
habitación de los funcionarios, uno por cada lado, paseando constantemente para
que se les vea. No funciona, y nuestra mala leche se acrecienta cuando vemos
que no paran de reírse, y que pasan el tiempo jugando al Counter Strike, y a
otros juegos de ordenador. En la foto no se aprecia muy bien, pero la pantalla
marrón es el Counter Strike.
El jefe de Inmigración nos llama a su despacho, ya que
observa un terrible problema en nuestros visados, ya que el segundo apellido no
sale completo, debido a que no hay espacio en él. La solución técnica del
susodicho, fue modificarlo a base de Tipp-ex y bolígrafo azul. Por este difícil
trámite, y tremendo sobreesfuerzo, nos cobra 5 €. Lo pagamos. Parece que esto
marcha.
14:00 h. Se van a comer hasta las tres. Antes de eso, nos ha
dado tiempo a darle un par de voces al funcionario de las risas, ya que no
entendemos que en Ulan Bator nos digan que está todo Ok, y aquí no nos lo
hagan. Javi y Jose se ofrecen a pagar la tasa. Cuando nos dice que son 2.500
dólares, los que no pueden contener la risa son estos dos, y se ríen en cara
del funcionario.
15:00 h. Vuelven de comer. Nos ponemos otra vez de pie, y
empezamos nuestro paseo de rutina rodeando la habitación funcionaria. Ya no
juegan al ordenador, Jose se ha encargado de decirle a tres franceses en
furgoneta, en voz alta, que no paran de hacerlo. Al oírlo, uno de ellos les
dice a los otros que paren.
17:00 h. Nos llama el Custom Broker, y nos dice que vaya el
propietario del Peugeot. Javi va para allá. Empiezan a rellenar el formulario. Parece
que esto marcha.
18:00 h. El Custom Broker le dice a Javi que sus servicios
cuestan 7 dólares. Al no tener cambio, y sólo disponer de un billete de diez,
le decimos que si salimos en cinco minutos, que se quede con el cambio. Él dice
que en diez minutos.
18:50 h. Después de dos días intentando entrar en Mongolia,
nos sellan los papeles, previo pago de una nueva Tax de 10 dólares. Si nos
dicen eso por la mañana, llevaríamos mucho tiempo ya en Mongolia. Por supuesto,
a pesar de tardar cincuenta minutos, excediendo en cuarenta los diez minutos
pactados, los 3 dólares de vuelta no nos son reembolsados.
18:51 h. Sin más dilación, arrancamos el coche, abrimos
nosotros mismos la verja de salida, y nos vamos a Mongolia.
Nos dirigimos a Olgii, y lo cruzamos. Aquí empiezan las
buenas carreteras mongolas. Después de darle unos buenos toques a los bajos del
coche, y al ser bastante tarde, decidimos montar la tienda, ir al baño, no
cenar, y descansar un poco.
Los mosquitos aquí son cada vez más grandes. Aun así, las
vistas merecen la pena.
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