sábado, 1 de septiembre de 2012

HAT TRICK

DÍA 10.

Estoy a muy poquito de la frontera con Alemania. Está funcionando esto de marcarme un punto como meta de cada día. Hasta ahora me ponía un objetivo, y casi siempre lo he cumplido.

Excepto el día de Samara, que acabé durmiendo en una gasolinera de Saratov, siempre me quedaba cerca de la ciudad meta-volante del día. Llevo conduciendo desde primera hora de la mañana hasta la una o las dos de la mañana casi desde la frontera de Kazajistán con Rusia.

Antes no avanzaba mucho, pero a partir de ahora, será otra historia.

Aunque ayer me costó coger la autovía buena Polonia-Alemania, una vez dentro, esto es una maravilla. Pregunté a una familia en una gasolinera cómo llegar hasta ella, y diez minutos más tarde estaba en la misma gasolinera.

El pater me dibujó por dónde tenía que ir. Llegar a Katowice, y ahí coger la autovía. Tomé el desvío mucho antes, y tuve un dejavu carretero. Así que hice una pequeña pirulilla de cambio de sentido con doble contínua, y desanduve lo andado, para andar lo desandado. Tiré recto, llegué a Katowice, y paré a preguntar de nuevo.

Había que tomar el desvío hacia Wroclaw, el cuál ya había pasado. Volví marcha atrás, y tomé ese desvío, encontrándome una gozada de autopista.

Todo recto, hasta la gasolinera que os conté en el final de la crónica anterior. Un señor área de servicio como Dios manda.

Allí ceno un pan pizza y una coca cola gigante, y me voy a dormir al coche. Antes, pregunto cómo llegar a Berlín.

Pregunto a un tipo que resulta que va a España, a Ciudad Real. Es ucraniano. Van tres en la furgoneta, dos hombres y una mujer. El primero me dice que tienen familia allí. Cuando se va a pagar, el segundo me dice que van allí a trabajar. Van a trabajar dos días, y se vuelven. Sospechoso es un rato. Un montón de kilómetros desde Ucrania, para currar dos días.

Bueno, sospechoso o no, me dice que ellos llegarán en un día. Que se van turnando. Me dice que les siga, pero como yo tenía que dormir ya, y encima no tenía relevo, desestimo la oferta.

Así que me dice que si quiero ir más rápido, que no haga Berlín-París-Irún. Que es mejor ir por Dresden, y bajar, sin llegar a Berlín: Dresden-Chemnitz-Nümberg-Stuttgart-Mulhouse-Lyon.

Me despido, les doy las gracias, y les deseo suerte con el "trabajo". Mañana por la mañana pensaré la ruta.

Pues bien, como había llenado de gasolina el bidón, el depósito, y una garrafa de agua de cinco litros, el coche olía un poco bastante a gasolina. Así que, por el bien de mi salud, abro las cuatro ventanas un poco, y desenchufo la batería, como siempre.

Creo que ya os conté que algo hacía mal contacto, y que se descargaba la batería. Mejor prevenir.

Me despierto muy temprano, gracias a una pedazo de tormenta. Vuelan objetos y el coche se mueve a lo bestia. Aquí está el Katrina 2.

Me estoy mojando por dejar las ventanillas abiertas, así que cierro las de atrás, que son manuales. Las delanteras no puedo, son eléctricas, y tengo la batería desenchufada, así que las tapo con el pluma de Jose que uso para arroparme. Calado es poco. Para muestra un botón.


Cuando para un poco, me bajo a conectar la batería, y subo las ventanillas.

Decido continuar el camino, después de tomarme el cafelito. Algo positivo tendrá la tormenta, se limpiará el coche, y podré estrenar mis nuevos limpias.

El coche sigue igual de guarro. Increíble. Y ha escampado. Estreno los limpias con un par de pasadas para quitar las gotas que todavía quedan. Los usaré durante diez kilómetros más, y no volveré a usarlos en todo el camino. Buena inversión.

Decido hacerle caso a mis amigos Ucranianos, y dejo el desvío a Berlín a la derecha, y tiro hacia Dresden.

Ya he entrado en Alemania.


No es una leyenda urbana lo de la velocidad en Alemania. Pero claro, con cuatro carriles por autovía sí se puede.

Por el derecho van los camiones. El siguiente lo usan los camiones que adelantan a otros camiones, y los coches que van más despacio. El tercero lo transitan los coches y motos que van a 130-140 km/h, y el español del coche raro que va tocando las narices. En el izquierdo está el resto de BMW, Mercedes y Porches que tienen prisa. Y el español que va tocando las narices también, a veces, con su coche raro.

De esta forma, el Peugeot C3 Priama hace un nuevo récord de velocidad.



Paro a hacer el trasvase de gasolina del bidón y de la garrafa en un área de servicio en la que hay un MacDonald´s. Calculo que me he ahorrado unos ocho euros en gasolina.

Es la una de la tarde, y aprovecho para comprar un MacMenú para llevar. La chica me dice que si quiero pagar con tarjeta, que un mínimo de 6 €. Ésta no me ha visto a mí nunca en un MacDonald´s.

Así que continúo mi camino, con la intención de parar sobre las 15 horas a zamparme mi MacMenú. Cuando dan las tres, he pasado dos áreas de servicio más con MacDonald´s. Decido no parar en ninguno de ellos a comerme mi MacMenú frío teniendo un MacDonald´s al lado, por lo que almuerzo en marcha.

No vuelvo a parar en todo el día, intentando no echar gasolina en Alemania (1,77 €/litro), y voy haciendo el recorrido que me dijo mi amigo ucraniano.

Me desvío a Mulhouse, la Alsacia, Francia. Madre mía, casi no me lo puedo creer.

Aunque creáis que no, nada más entrar se nota el cambio. Más verde aún, menos carriles, y un descenso grande del límite de velocidad. 130, y una inscripción en las señales, que indica que no puedes pasarte de listo. Que si no respetas las señales te van a pillar. Seguro.



Paro a echar gasolina en otro pedazo de área de servicio. Es cierto que está más barata que en Francia. 1,74 €/litro. Me quedan unos 450 kilómetros para España, y viendo lo que gasta el coche, calculo para no echar de más.

Mi objetivo es llegar a Lyon, pero tomo el desvío antes de lo que había pensado. Mi idea era tomar la A6, pero ponen el cartel de Lyon a la derecha, y París, todo recto. Aun sabiendo que si continuaba llegaría a la A6, tomo el desvío por una carretera que en mi mapa parece peor. Está marcada en rojo, y con una línea bastante más fina.

Muy buena carretera, sin embargo. Muy buena, y muy cara. Autopista. Los franceses me han tomado el pelo. Paro y pregunto a un camionero. Casualmente va a Alicante. Me dice que continúe, que aunque parezca que entro en Lyon, cosa que no me apetece nada a estas horas y con este sueño, tome una carretera que él me indica, y que siga dirección Marsella. 

Le hago caso, y no me doy la vuelta hacia la A6. No me pierdo, y consigo pasar Lyon. 

Es la una de la mañana, y paro a dormir.

Compro una baguette francesa, un salami francés, y un vaso de sopas Knorr de una máquina francesa que me sienta estupendamente. Y a dormir.

Hoy me lo he merecido. He hecho un hat trick como un piano. Tres países en una sola jornada.

España a 300 kilómetros.





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