lunes, 29 de julio de 2013

¡Lo que cue$$$ta entrar en Mongolia!

Hola, amigos,

No hemos podido subir la crónica hasta ahora. Sabemos que algunos habéis estado preocupados, ya que no hemos dado señales de vida durante cinco días. Muy difícil hacerlo.

Previously, in Nafanchez Mongol Rally Team…

Rusia, sábado 20 de julio de 2013.

Íbamos de camino a la frontera de Rusia con Mongolia. Cruzar la cordillera de Altai, una carretera llena de curvas, con buen asfalto, fue un placer. Una pena no haberlo hecho de día, ya que el paisaje es realmente espectacular, aunque pudimos hacer alguna foto al final del camino, gracias a que aquí amanece a las 04:30.






Habíamos leído en algún sitio que la frontera cerraba los domingos, así que condujimos sin parar desde la República Checa, con la intención de llegar el sábado. Las carreteras rusas nos impedían avanzar a buen ritmo, por lo que no podíamos parar ni un segundo.

Ante el agobio de dos tercios del equipo, porque era sábado, y cada vez quedaban más kilómetros, Jose decide dar una buena noticia.

En el librillo que nos habían dado el día de la inscripción, ponía que abrían los domingos. Tenemos pruebas de ello.

Con los ánimos renovados tras la noticia, Javi, después de una larga jornada de conducción, dejó los mandos de la máquina en manos de Jose, quien, ya de día, condujo hasta la frontera, pasando por el último pueblo de Rusia: Tawahta.





La frontera cierra los domingos. Jose habla con el militar ruso que estaba allí vigilando, y nos dice que nada, que tenemos que volver el lunes. La primera en la frente.

Volvemos hacia atrás. María conduce ciento cincuenta kilómetros hasta una especie de hostalillo rústico, donde nos quedamos a dormir por 2000 rubli, unos 50 euros.

Es un poco cutrecillo, pero nos permite alimentarnos y descansar decentemente, ya que desde la salida sólo habíamos dormido en el coche en turnos de uno.

También nos permite tomarnos unas cervezas con varios amigos rusos que nos echamos allí, después de explicarle a la hija de la dueña del hostal cómo se hacen las fotos en el siglo XXI, y descubrir su gran parecido a Uma Thurman.








También aprovechamos para visitar el pueblo y comprar algunas provisiones. Comprobamos que las calculadoras tampoco se les dan muy bien a los rusos por aquellas tierras, y siguen usando el ábaco para echar las cuentas.




A la mañana siguiente, nos levantamos temprano, y partimos hacia la frontera. La parte rusa la pasamos sin problemas, después de que un perro oliera el coche por dentro para buscar drogas o armas, y huyera despavorido cuando asomó el hocico.

Un camionero ruso se rió bastante cuando le dijimos que qué malas las carreteras rusas. Dijo que si esas nos parecían malas, las de Mongolia…

La frontera de Mongolia está unos diez kilómetros más adelante. Habíamos perdido casi todo el día para pasar la frontera rusa y pensábamos que lo más difícil ya estaba hecho. Total, que llegamos a la frontera mongola y lo primero que hacen es “desinfectarnos”, que consiste en echar un poco de un líquido en las ruedas del coche y cobrarnos 1.000 tugris (moneda mongola). No debe de ser muy efectivo aquel mejunje, porque el lugar estaba plagado de mosquitos.

…Y ahora viene lo bueno: nos inspeccionan el coche y la documentación en unos segundos, después teníamos que ir a un edificio para sellar los visados y hacer el papeleo del coche. Uno de los jefes, muy sonriente, nos indica con señas que nos vamos a quedar a dormir allí. Muy gracioso.
Cuando parecía que ya estaba todo arreglado, nos dicen que falta por pagar una tasa de importación del coche, que estaba sin pagar por la organización del rally, y que nos toca quedarnos allí hasta que reciban el pago. No nos lo podíamos creer, y es que, según parece, ellos no pagan las tasas hasta que ven que van llegando los coches, y así se ahorran el dinero de los que no llegan a Mongolia. Muy mal por su parte porque esto nos hace perder otro día y ya eran dos seguidos sin avanzar.


Nos hacemos fuertes en la explanada de la frontera, y para pasar mejor la noche, preparamos un fuego con el que ahuyentar a los mosquitos y calentarnos una lata de callos, ya que no fuimos capaces de calentarla sobre el motor del Peugeot. También nos tomamos una botella de dos litros de cerveza que nos vendieron en el pueblo (nosotros podíamos salir, pero el coche no) y una botella de vino de los Tempranillo Team, para entrar mejor en calor, ya que allí hace un frío que pela por las noches.











Nos dicen que mañana a las nueve tenemos los papeles, y que nos vamos.


MARTES, 23. FRONTERA MONGOLIA.

Nos levantamos temprano, para limpiar los restos de la hoguera, y presentarnos, antes de que abran, en el edificio mongol.

Estamos allí antes de las nueve. Nadie nos hace caso, con lo cual, a medida que pasa el tiempo, nos vamos poniendo más nerviosos.

A las diez de la mañana, por fin se acercan a nosotros, y nos dan un papel para rellenar. También nos revisan el coche de nuevo. Parece que esto marcha.

12:00 h. Después de un par de horas sin saber nada de ellos, nuestro nerviosismo está ya en cotas bastante altas. Jose y Javi acorralan la habitación de los funcionarios, uno por cada lado, paseando constantemente para que se les vea. No funciona, y nuestra mala leche se acrecienta cuando vemos que no paran de reírse, y que pasan el tiempo jugando al Counter Strike, y a otros juegos de ordenador. En la foto no se aprecia muy bien, pero la pantalla marrón es el Counter Strike.



El jefe de Inmigración nos llama a su despacho, ya que observa un terrible problema en nuestros visados, ya que el segundo apellido no sale completo, debido a que no hay espacio en él. La solución técnica del susodicho, fue modificarlo a base de Tipp-ex y bolígrafo azul. Por este difícil trámite, y tremendo sobreesfuerzo, nos cobra 5 €. Lo pagamos. Parece que esto marcha.

14:00 h. Se van a comer hasta las tres. Antes de eso, nos ha dado tiempo a darle un par de voces al funcionario de las risas, ya que no entendemos que en Ulan Bator nos digan que está todo Ok, y aquí no nos lo hagan. Javi y Jose se ofrecen a pagar la tasa. Cuando nos dice que son 2.500 dólares, los que no pueden contener la risa son estos dos, y se ríen en cara del funcionario.

15:00 h. Vuelven de comer. Nos ponemos otra vez de pie, y empezamos nuestro paseo de rutina rodeando la habitación funcionaria. Ya no juegan al ordenador, Jose se ha encargado de decirle a tres franceses en furgoneta, en voz alta, que no paran de hacerlo. Al oírlo, uno de ellos les dice a los otros que paren.

17:00 h. Nos llama el Custom Broker, y nos dice que vaya el propietario del Peugeot. Javi va para allá. Empiezan a rellenar el formulario. Parece que esto marcha.

18:00 h. El Custom Broker le dice a Javi que sus servicios cuestan 7 dólares. Al no tener cambio, y sólo disponer de un billete de diez, le decimos que si salimos en cinco minutos, que se quede con el cambio. Él dice que en diez minutos.

18:50 h. Después de dos días intentando entrar en Mongolia, nos sellan los papeles, previo pago de una nueva Tax de 10 dólares. Si nos dicen eso por la mañana, llevaríamos mucho tiempo ya en Mongolia. Por supuesto, a pesar de tardar cincuenta minutos, excediendo en cuarenta los diez minutos pactados, los 3 dólares de vuelta no nos son reembolsados.



18:51 h. Sin más dilación, arrancamos el coche, abrimos nosotros mismos la verja de salida, y nos vamos a Mongolia.

Nos dirigimos a Olgii, y lo cruzamos. Aquí empiezan las buenas carreteras mongolas. Después de darle unos buenos toques a los bajos del coche, y al ser bastante tarde, decidimos montar la tienda, ir al baño, no cenar, y descansar un poco.

Los mosquitos aquí son cada vez más grandes. Aun así, las vistas merecen la pena.




 Mañana seguimos...







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