8ª Crónica: ¿FIN DE LA AVENTURA?

Miércoles, 3 de agosto de 2011

Muy buenas a todos, por decir algo:

Hoy os voy a contar el desarrollo de un día muy largo, que empezó muy bien, con buen tiempo y carreteras aceptables, y ha terminado de la peor manera que me podía imaginar. Peor que eso: Nunca  me habría imaginado que me podía pasar esto.

Después de pasar la noche en Astaná, con el coche revisado y muchas ganas de llegar a Rusia, me he dispuesto a hacer unos 800 kilómetros, que son los que me separaban de Barnaul. El único tramite reseñable era que había que pasar una frontera, pero hasta ahora no ha habido ningún problema y eso era lo de menos.

El día ha transcurrido también sin novedad, con un tiempo muy bueno, sin nada de calor, y a las 5 de la tarde ya estaba en Pavlodar, a unos 100 kilómetros de Rusia. Esta ciudad es una de las 14 ciudades importantes de Kazajistán que son capitales de sus provincias. Os dejo una foto que he hecho del Peugeot (cada día que pasa me sorprende lo fiable que es este coche) por el camino:

Desde unos veinte kilómetros antes de llegar he empezado a ver policía por todas partes. Había cientos. En cada cruce había un policía, y en algunos sitios estaban armados hasta las cejas. En un momento he llegado a pensar: “¿A que nos invaden los Rusos por la frontera a la que voy y no me dejan pasarla?”

Al llegar a Pavlodar ya era demasiado. Un policía a la entrada de cada calle, y no te dejaban ni apartarte para preguntar. Estaba todo tomado por la policía y el ejército.

Al final, me ha podido la curiosidad y me he metido de lleno hasta el centro de la ciudad, con la excusa de que tenía que comprar unas cintas para la cámara de video. Estaban hasta las tiendas cerradas a cal y canto. No se podía aparcar porque venía la policía y te echaba...Al final he metido el coche en un callejón y me he dado un paseo, a ver si me enteraba de algo.

Tras preguntar a varias personas, he encontrado a un chico joven que hablaba algo de inglés, y me ha dicho que no busque cintas porque está todo cerrado. Le he seguido preguntando y al final me ha dicho que venía el presidente del país a la ciudad, y que por eso estaba la cosa así de revuelta (bueno, esto último no me lo ha dicho, pero os digo yo que estaba revuelta la cosa).

Total, que como no tengo ningún interés por ver al presidente de Kazajstán, me he montado en el coche y he seguido mi camino, que ya eran casi las siete de la tarde y me quedaban unos 350 kilómetros. Nada digno de mencionar hasta que he llegado a la frontera. Y aquí viene lo bueno (mejor dicho: Malo):

Llego a la frontera. Se acerca un policía. Pasaporte y documentación del coche. Sin problemas. Me da un papel, me levanta la barrera y me indica que siga hasta donde están otros guardias. Les doy el papel y los documentos habituales. Me hacen abrir todas las puertas, el maletero, todas las cajas de medicinas, la nevera que va en la baca... lo de siempre. Buscan souvenirs pero ya no hay, les digo que se los han quedado todos sus compañeros kazajos en los últimos 4000 kilómetros. Me preguntan si llevo drogas, o si he estado alguna vez en Holanda. Respondo a todo que no, y después de revolverme el coche más de lo que estaba, me dan la documentación y me dicen que vaya a sellar el pasaporte. Entro en el edificio, empiezo a notar que me han devorado los mosquitos en los diez minutos que he estado esperando en la cola, y cuando me toca pienso: “Bueno, trámite solucionado, en dos horitas en Barnaul”. El señor de los pasaportes ha estado mirando todo detenidamente durante un rato. Yo no le prestaba atención porque estaba entretenido rascándome las piernas y los brazos como un mono, y al final me ha empezado a hablar en ruso. Yo he puesto la cara de siempre, de no enterarme de nada, y al final ha cogido el teléfono y me ha dicho que me espere. Vamos a cambiar de párrafo que este ya es muy largo y todavía queda mucho.

En unos minutos han bajado por unas escaleras dos militares y me han dicho que les acompañe. Hemos subido unas escaleras hasta un cuarto donde había otros cuantos, todos ellos con muchas estrellas en los galones. Han estado hablando entre ellos mientras me miraban y al final se ha acercado uno y me ha dicho algo en ruso. Como no me enteraba han llamado a otro que me ha preguntado: “¿Speak English?”. Yo le he dicho: “Yes”. Y se ha ido. Me han dicho que me siente en una silla y han empezado a llamar por teléfono a un montón de gente. Al final les he preguntado que qué pasaba y se ha acercado uno que parecía el jefe de todos ellos, me ha enseñado el pasaporte y me ha señalado una fecha: 01/08/2011. Luego ha ido a la página del visado ruso y me ha enseñado otra fecha: 02/08/2011. ¿Qué quiere decir todo esto?: Que los visados están caducados.

Han estado un rato haciendo llamadas, me han preguntado que por qué no he salido antes. Les he dicho que no me he dado cuenta. Incluso han llamado a otro superior y me han puesto al teléfono con él. Me ha dicho que no puedo salir del país, y que “la ley es la ley”.

Después de esto, me han pasado a otra habitación y me han dicho que me quede allí sentado. Una hora después me han dicho que si quería comer o beber. Les he pedido agua y he seguido esperando. Así hasta la 1 de la mañana más o menos, que es cuando ha llegado una chica que era la traductora. Me ha explicado que me iban a tomar declaración y que no podía salir del país, que tenía que elegir entre quedarme por la noche en la frontera o irme directamente con la policía de inmigración, y que voy a tener un juicio, pero no puede decirme nada más. Como los otros no se enteraban de lo que estábamos hablando, la he preguntado que qué creía ella, y me ha dicho que mejor que me quede esta noche en la frontera porque me van a tratar mejor. Al final he firmado la declaración y me ha enseñado dónde iba a pasar la noche: Una habitación de unos 3X3 metros, con un lavabo,  dos camas viejas, unas mantas viejas y llenas de mierda y unas almohadas “blancas” que no se habrán lavado desde que mandaba Gorvachov por estas tierras. Luego me ha enseñado un cuarto con un retrete y al final me ha dicho que los militares me dejan su cocina por si me quiero hacer un té o tomarme algo. Me ha preguntado que qué me parece, que si todo bien, y he contestado que si me puedo ir a mi coche, porque la habitación esa está muy sucia. Al principio no han puesto buena cara, pero les he dicho que iba a llamar a la embajada porque eso estaba muy sucio, y al final me han dejado quedarme a pasar la noche en el coche. Ahora mismo, estoy rematando crónicas, cargando todos los móviles, ordenador...He llamado a Javi, que me ha localizado los teléfonos de la embajada, y ahora mismo, lo único que me han dicho en la sección consular es que estos trámites van a durar unos quince días, que me pondrán una multa no muy grande, y que no puedo abandonar el país hasta que se solucione el tema. Que no me preocupe pero que son muy estrictos con esto y que no hay forma de solucionarlo.

…así es que, hasta las ocho de la mañana que me vienen a buscar los de Inmigración, aquí estoy dentro del Peugeot, sin saber nada y con un bajón que no os imagináis. Con la sensación de haber estropeado todo por una tontería de un día y medio, y el sentimiento de haber fallado a toda la gente que nos ha ayudado a poder hacer este viaje. Os dejo un par de fotos con la vista desde dentro del coche: A la izquierda es Kazajistán y a la derecha está Rusia. Me he quedado a unos cincuenta metros:

Mañana si puedo os contaré cómo sigue la cosa.

Un abrazo a todos y perdón a los que les he fallado.

Jose.

Edito: Al final, al día siguiente se ha arreglado casi todo. En la próxima crónica os cuento cómo ha terminado toda esta historia, que tiene mucha miga y muchos buenos momentos, con un final muy feliz de momento.