miércoles, 10 de agosto de 2011

9ª Crónica: YA LLUEVE MENOS

Sábado, 6 de agosto de 2011

Muy buenas a todos (hoy sí):

Os voy a detallar los últimos acontecimientos que me han ocurrido desde el miércoles.

Ahora mismo me encuentro en el hotel Abay, en Astaná, después de dos días muy intensos, que vienen a ser así:

El jueves, sobre las 9 de la mañana me despertaron los militares de la frontera entre Kazajstán y Rusia. Al principio no me podía dormir, pero a eso de las 6 me quedé frito. Unos de los militares se ha montado conmigo en el coche, nos han subido la valla de la frontera y me ha ido indicando durante unos 40mkilómetros hasta que hemos llegado a una localidad llamada Shervacty, que es donde se encuentra el Departamento de Inmigración de la zona esta. Una vez allí, me sentaron en una habitación durante unos veinte minutos, hasta que llegó un abogado. Se llamaba Ernur, hablaba muy bien en inglés y me explicó que íbamos a ir a un juicio, que me tocaría algo de cárcel y me iban a deportar, pero que no me preocupase porque iba a hacer todo lo posible por reducirlo todo lo que pudiera. Un poco después ha llegado una chica joven que es mi traductora para el juicio. Entre los dos me han tomado una declaración en la que expresé que todo había sido un error y que no me había dado cuenta de que el visado caducaba, y que mi propósito era ir a Rusia para pasar después a Mongolia el día siguiente. Nos pasamos toda la mañana haciendo papeles mientras esperábamos a que llegara la jueza y su asistenta, y el abogado me dijo que no era muy dura, que la conocía y que no me preocupase.

Al final, de tanto esperar nos dio la una de la tarde y me dijo la traductora que si quería comer algo, que nos dejaban ir a comer hasta el juicio, que iba a ser a las 14:30. Como llevaba ya más de 24 horas sin probar bocado, se me hizo la boca agua y le dije que sí en seguida, y nos hemos ido a un restaurante “de los de aquí”, donde sólo comen los que viven en la zona porque parecía de todo menos un restaurante: Es una casa particular con un salón grande donde está comiendo una familia en una mesa. Estos son los dueños del negocio. La traductora me preguntó que si me apetecía algo en especial y yo respondí que carne, como fuera pero carne. De beber, pedí una cerveza, y se me quedó mirando como si estuviera loco, y me pregunto: “¿Seguro que quieres una cerveza antes del juicio?”. Yo la dije que sí, que es lo que bebo habitualmente, pero me dijo que no me interesaba llegar al juicio borracho. “Ésta no sabe con quién está hablando”, pensé yo, pero al final pedí un zumo de lo que fuera. No supe decir un sabor en concreto porque iba pensando en mi cañita y me jodió los planes en un momento. Luego me vino bien, porque aquí son todos musulmanes y no creo que a la Sra. jueza le gustase oler alientos cerveceros. El resto del menú fue una sopa con una especie de raviolis que parecían mollejas de pollo y una especie de tortilla con carne dentro. También me trajeron un vaso de leche de yegua, y no he probado una cosa más mala en mi vida. Al servírmela, la traductora me explicó que era un manjar en Kazajistán, y que tenía un sabor parecido a la cerveza. No sé qué cervezas beben esta gente pero esto era una especie de suero de leche del que escurre del queso fresco pero ácido como la leche cortada. Por no hacer el feo me bebí todo el vaso a base de tragos grandes, que fui dando cuando tenía la boca bien llena de sopa de mollejas para intentar matar el sabor mientras pensaba en una latita de Mahou de las de medio litro bien fría. El resto de la comida no estuvo mal, teniendo en cuenta que llevaba ya un día entero sin probar bocado.

Por fin, sobre las 15:00, se celebró el juicio. Estuvieron unos 20 minutos hablando en ruso, creo que me preguntaron algo, pero no me acuerdo por la tensión del momento, y al final me dijeron el resultado: 1 día de prisión y deportado durante 5 años del país, teniendo que marcharme en el tiempo imprescindible para organizar la salida, con un máximo de 10 días. Lo de la deportación me molestó poquísimo, ya que no tenía pensado volver en los próximos cinco años por aquí, pero lo de la cárcel no me gustó un pelo. Viendo cómo estaba el calabozo de la aduana, a saber cómo estaría la cárcel. El abogado me explicó que era una celda con unas mantas en el suelo y un retrete, donde hay 12 presos juntos, que son por faltas leves: borrachos, pequeños ladrones...Aunque de todas formas iba a intentar solucionarlo. 

Aquí la sentencia:


Y por detrás:



El caso es que, después de un rato hablando con unos y con otros, consiguió que me dejaran irme a su casa, como si fuera un arresto domiciliario. Y que estaría bajo su custodia y la de un policía de inmigración, que vivía dos casas más allá del abogado y facilitaba mucho la cosa. Lo único que nos quedaba era ir a ver al procurador del Distrito, que viene a ser algo así como un Gobernador Civil. Estuvimos esperando en un edificio hasta que nos dieron paso. Estuvieron hablando un rato, leyó la sentencia y me dijo que si tenía algún recuerdo de España. En ese momento me cagué en la madre de todos los policías que tenían mis sombreros a lo largo de todo Kazajstán y tuve que tirar de los fondos reservados: Me fui al coche y saqué mi último paquete de jamón donado por el Covirán de Castilblanco que me quedaba. Era eso o la cárcel, y hasta llegué a pensármelo por un momento, pero al final prefería ser libre en este país, que más vale lo malo conocido...

En cuanto cogió el jamón, nos dijo que podíamos irnos. Nos montamos en el coche y Ernur (mi abogado) me dijo que a la mañana siguiente teníamos que ir a Pavlodar, que es capital de provincia, para que me hicieran un visado nuevo para poder salir del país. Mientras tanto, me llevó a su casa y llamó al policía vecino, que vino a dar una vuelta y quedaron para luego cenar juntos. Esto al final ha sido una de las mejores cosas del viaje, porque he visto realmente cómo vive la gente por aquí, y os voy a enseñar algunas fotos de la casa de Ernur, que me ha acogido como si fuese uno más de su familia.

Este es Ernur con dos de sus hijos:


Esto es el jardín de la casa. Al fondo, donde la ropa tendida, tiene un huerto con un montón de hortalizas, que le dan para comer todo el año:



Eso que se ve al fondo detrás de una alambrada es el cuarto de baño. Es un agujero en el suelo. En invierno, cuando están a 40 grados bajo cero, seguro que no se llevan el Marca para hacer el rato más ameno:


El aparcamiento, con una buena parabólica para coger los canales rusos:


Este es Dima, el policía que vive al lado. Es un gigante. Su familia procede de Alemania. Está cuadrado, y es campeón de lucha de entre todos los policías. Con esto, se quitan las ganas de darse a la fuga, jeje:


... El caso es que la cena fue la leche. Ernur, como es musulmán y están en el ramadán, se pasa todo el día sin comer ni beber nada y alrededor de las nueve de la noche, cuando se pone el sol, comen que da gusto verles. A mi madre le iba a encantar. ¡Qué manera de devorar! Allí sobró comida porque el plato era como para diez personas, pero nos pudimos comer tranquilamente la cantidad de  siete u ocho comensales de una sentada, a base de carne de cordero con cebolla sofrita por encima y mucho consomé en tazas. Luego, té con leche “a jartar”.

Después del atracón, era la hora del rezo musulmán. Dima se fue a su casa mientras Ermur y yo nos fuimos a la mezquita. Le pidió permiso al Imán y pude entrar con la cámara de video para grabar el rito. No hay fotos porque ya era mucha cara lo de grabar y echar fotos, que ellos se lo toman bastante en serio y ya es de agradecer que me dejaran ver sus costumbres.

Después de rezar, nos fuimos otra vez a casa a seguir el cachondeo. Vino otra vez el policía y estuvimos tomando unas Coca Colas mientras veíamos las fotos que he hecho en el viaje. Les impresionó mucho lo de Auschwitz y se quedaron un rato con bastante mal cuerpo. Me llamó mucho la atención porque mostraron más respeto y condescendencia que cualquiera de nosotros. Luego, sobre las 3 menos algo de la mañana, nos fuimos a dormir. Ermur me abrió un sofá cama, me hizo la cama (como en mi casa, jeje) y me dijo que dejaba la luz de fuera encendida por si quería ir al baño durante la noche. Muy mal tiene que estar la cosa para que yo vaya a aquel servicio por la noche. ¡Cualquiera se arriesga a un resbalón y caerse al pozo!. Mientras me estaba preparando para acostarme, volvió Ermur y me dijo que me quería hacer un regalo: Era una fusta para los caballos, totalmente artesanal y con muchas “horas de vuelo”. Me dijo que en la cultura kazaja, totalmente ligada al caballo, esto es el símbolo máximo de respeto y aprecio, y que para los kazajos, “el que viaja solo en el camino, es sagrado” Esto, aunque no os lo creáis, en esa situación es muy emocionante. Bastante tiene con evitarte la cárcel, y encima te hincha a comer y te regala lo que más valor puede tener para los kazajos. Le dije que a lo mejor me lo iban a quitar los policías, y me dijo que no, que todo lo contrario, que como vieran que alguien me había regalado eso me tratarían con mucho más respeto del que me podía imaginar, porque saben que eso no se le da a cualquiera. Ahora mismo no tengo fotos de la fusta, pero cuando mande las próximas os la enseñaré. 



Bueno, vamos al viernes:

Nos levantamos tempranito, sobre las 8 de la mañana, y nos fuimos al edificio de los juzgados. Allí me devolvieron el pasaporte y una copia de la sentencia. Con esto, 80 kilómetros hasta Pavlodar para solicitar una visa nueva. Al final, después de ver al jefe de la policía de Inmigración de toda la provincia, nos dijeron que por la tarde a lo mejor tenía el visado, pero previo pago de 200 dólares bajo cuerda (otro souvenir, este de los gordos). Como ya era otra vez la hora de comer, Ermur me llevó a un restaurante y me pidió la comida que quise, mientras él se iba a la mezquita, y quedamos luego donde yo tenía el coche aparcado. Esto es lo que me metí entre pecho y espalda:


Al fondo, la mezquita donde estaba Ermur rezando (y pasando hambre) mientras:


Luego, nos fuimos a ver a su amigo Baurzhan, que tiene una tienda de piel por aquella zona y conoce a gente dentro de la policía de Inmigración. Hizo algunas llamadas y nos dijo que había que esperar hasta las 9, que el jefe estaba en una reunión y me firmaría el visado a esa hora.

Mientras llegaba la hora, me enseñaron la ciudad, me acompañaron a comprar cintas de video y me siguieron agasajando. Aquí una foto que nos hicimos montados en un barco que nos dio un paseo por el río (no me acuerdo del nombre, pero es el quito más grande del mundo):


Después del barco, me invitaron a una tienda de campaña grande donde se empeñaron en que me tomara un vaso de leche de yegua. Yo les dije que no me hacía mucha gracia, pero me contestaron que esa era la mejor de todas y que no tenía nada que ver con la del día anterior. La diferencia era que estaba más fresquita, pero el sabor era el mismo. Menos mal que me pidieron unos bollos suizos y aproveché para ir tragando todo junto.

Después del vasito de leche, tocaba ir a orar otra vez (son cinco veces al día). También me dejaron entrar con ellos a la mezquita, que esta vez era muy grande y llegan a juntarse mil personas dentro a rezar.

En cuanto acabamos de rezar nos fuimos a un restaurante que inauguraba ese día un amigo de Baurzhan, y esta vez sí que nos pusimos hasta arriba de comer. Ellos llevaban todo el día sin comer, pero a mí, mi religión sí me lo había permitido y no tenía tanta hambre. Al final tuve que comer de todo porque si no lo consideran un desprecio, y al final pensaba que iba a tener que visitar el baño de Ermur por la noche.

Por si fuera poco, al terminar la cena nos fuimos a otro sitio y nos comimos un buen trozo de tarta de chocolate con un té con leche, y después de esto nos despedimos de Baurzhan y nos fuimos otra vez a Sharvacty, ya que iba a dejar a Ermur en casa y me venía a Astaná para estar a primera hora del lunes en la embajada de China.

Cuando llegamos a casa de Ermur, su esposa nos tenía preparada una mesa llena de platos con mermelada, miel, frutos secos, mantequillas, bombones...y más té con leche. Otra vez me dijo Ermur que había que probar por lo menos un poco de cada cosa, y ya estaba reventando, porque yo había hecho mis comidas y las suyas.

Finalmente, llegó la hora de las despedidas. Han sido los dos mejores días de todo el viaje, y al final sé que volveré a ver a Ermur y su familia, aunque tenga que esperar los cinco años que me han caído. Nunca me habría imaginado que nadie iba a acoger a un perfecto desconocido, con otra cultura y costumbres, de esa manera, haciéndome sentir como en mi propia familia.

…Y hasta aquí ha sido todo. Espero que no os haya aburrido mucho. Para mí ha sido lo mejor del viaje hasta ahora, y al final me alegro de haber tenido el visado caducado.

Salam aleikum.

Jose

8 comentarios:

  1. IMPRESIONANTE! Para mi desde luego la mejor cronica sin duda!
    Animo Jose que ya te queda menos!!!

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  2. Me ha emocionado! Menudo viaje... suerte, mucha suerte! y sí, seguro que volverás a ver a Ermur :) Un abrazo!

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  3. Como deben ser todas las pelis... con final feliz ;) un besazo!! eres mu grande!!! Y otro besazo para Javi, que estoy segura que lo ha sentido casi como si hubiese estado alli!!

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  4. María José Segura10 de agosto de 2011, 12:21

    Soy amiga de Montse de Serradilla y de su marido Juan, de Herrera, y, desde que me hablaron el sábado de NAFANCHEZ, no dejo de conectarme para leer tus peripecias. De qué manera tan amena cuentas todo, parece que lo estamos viviendo. Vaya viaje tan emocionante¡ Siento que hayas agotado las últimas reservas ibéricas de Covirán, pero seguro que al final te ha acabado gustando la leche de yegua. La fresquita, por supuesto. Es una gran suerte encontrarte con gente con Ermur. Seguro que, como dices, dentro de cinco años cuando acabe tu deportación le verás de nuevo. Animo que ya te quedan solamente cuatro mil kilometrejos de nada. No hay grupo de banditen que pueda contigo¡ María José Segura

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  5. Desde el más profundo cariño, merece un reconocimiento quien es capaz de dar a las palabras su mayor relevancia, porque éstas, están dichas desde el corazón.
    Aquel que lucha por hacer realidad un sueño, y quien siempre antepone los buenos valores.
    Al que, durante este tiempo, y aunque lejos, ha estado siempre presente: GRACIAS

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  6. Aleikum Salam,amigo. Un precioso relato,me has emocionado.Te voy a echar de menos cuando todo esto termine.Gracias por compartirlo con todos nosotros.Muchos besos. Vanesa

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  7. God bless you, josé.

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  8. Lo mejor que he leido Marqués, después de tanto penar x esos países te han tenido k deportar para dar con alguien k merece la pena y te ha tratado como a otro igual.
    Nos alegramos que todo haya acabado al final bien y, has llegado a la meta este año con un buen final asique quédate con eso y no guardes rencores.
    Muchos besos.
    La familia...es la familia...(padres,María)

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